En el sur de Bogotá, en la localidad de Bosa, 7 hombres decidieron                sepultarse hasta el cuello en una escuela pública para adelantar                una huelga de hambre indefinida y llamar la atención de las                autoridades, porque su comunidad de más de 400 mil habitantes                carece del servicio de agua. Este ejercicio pacífico del                derecho de reclamar podría hoy llevar a estos 7 líderes                a ser encarcelados, porque al ámparo del decreto de "Conmoción                Interior" dictado por el gobierno de Álvaro Úribe                a pocos días de su posesión, cualquier protesta es                vista como un acto subversivo y sus protagonistas pueden ser calificados                de guerrilleros de "cuello blanco", de acuerdo a los parámetros                establecidos por los ideólogos de la extrema derecha que                en nombre de la paz quieren la guerra total. 
La realidad es que el servicio de acueducto que pide la comunidad de Bosa no cuesta más de 600 millones de pesos, una cifra que resulta mínima frente a los 6 mil millones de pesos gastados en el último mes del gobierno de Pastrana en una campaña propagandística para demostrar el "éxito" de su gobierno, o los 800 millones de pesos que cuesta cada operativo de protección al presidente Úribe, con un despliegue de 3 mil militares, helicópteros y aviones en Bogotá o cualquier parte del país.
               EL COMANDO DE GUERRA
               
Así como Estados Unidos coordina                su cacería mundial de brujas en la llamada guerra antiterrorista                desde el Pentágono y la Casa Blanca, en Bogotá el                gobierno colombiano también ha establecido un comando de                guerra en el edificio de la Fiscalía, a pocas cuadras de                la Embajada norteamericana, donde diariamente se reunen el Ministro                del Interior y de Justicia, Fernando Londoño Hoyos, el Fiscal                Camilo Osorio y la embajadora de Estados Unidos, Anne Patterson                con el fín de aplicar las políticas de guerra de los                presidentes Bush y Úribe
               
Pocos en Colombia creen en la inocencia                de Fernando Londoño ante los escándalos de corrupción,                pues su defensa resulta idéntica a la del presidente Úribe,                cuando en la campaña se le señaló su responsabilidad                en el origen y desarrollo del paramilitarismo y de sus nexos directos                y familiares con personajes vinculados al narcotráfico; ambos                se salieron de sus casillas y rechazaron los cargos sin poderlos                desmentir y fueron encubiertos por la prensa y la clase dirigente                colombiana, además de los gobiernos de la comunidad internacional                que, pese a sus sospechas y evidencias, los perdonaron porque los                necesitan en el poder.
               
Londoño aún antes de posesionarse                mostró su talante cuando acusó a las Organizaciones                no gubernamentales (ONGs) y a los Ecologistas del mundo de ser parte                de una conspiración internacional contra Colombia y de ser                comunistas disfrazados de ecologistas.
               
El Fiscal Osorio por su parte comete injusticias de toda índole como la de encarcelar a un ciudadano por su parecido físico con un comandante de las FARC, pese a que las pruebas genéticas demuestran lo contrario, o las acusaciones hechas contra un abogado de Bogotá, a quién por ser hermano de un comandante de las FARC, se le encarceló, porque un informante con record criminal dijo que él quería lanzar un avión contra el palacio de Nariño el día de la posesión presidencial. El mismo fiscal ha exonerado a varios militares contra quienes hay pruebas por violación de derechos humanos y ha removido de sus cargos a quienes sí están cumpliendo con su deber, como el caso del fiscal delegado que investigaba a varios militares y paramilitares implicados en el atentado contra el ex-líder sindical y hoy senador de la República, Wilson Borja. Osorio también ha confirmado fugas de prisioneros políticos de las cárceles colombianas para esconder la realidad que hoy denuncian los familiares de los detenidos, según los cuals, los prisioneros no se fugaron si no que fueron asesinados dentro de las prisiones por paramilitares y agentes del estado, quienes hicieron desaparecer sus cuerpos a través de las alcantarillas, después de molerlos en maquinas y disolverlos en ácido. El fiscal es además ferviente promotor de la reforma de la fiscalía, que hace que ese organismo se convierta en otro aparato político del presidente Úribe, quién lo podrá utilizar para procesar a los miembros del Congreso, o para realizar capturas, allanamientos, interceptaciones telefónicas a cualquier ciudadano sin orden judicial.
               LOS HOMBRES Y LAS MUJERES DEL PRESIDENTE
               
En el gabinete que se posesionó el                7 de agosto se destaca la presencia de 3 ministros con vínculos                con la junta directiva de la Sociedad Colombiana de Agricultores                SAC, que junto con FEDEGAN, han sido acusados de fomentar grupos                paramilitares. El vicepresidente, Francisco Santos, no sólo                es miembro de una de las familias más ricas del país,                si no que es nieto del ex-presidente Eduardo Santos, primo del ex-ministro                de Hacienda del gobierno Pastrana, Juan Manuel Santos, accionista                y ex-editor del diario "El Tiempo" y fundador de la organización                "País Libre" que, de movimiento contra el secuestro,                se convirtió en su plataforma política para llegar                a la vicepresidencia y que hoy en día promueve manifestaciones                en la plaza de Bolivar con slogans contra la guerrilla como FARC                LOS VAMOS A MATAR o FARC LOS VAMOS A EXTRADITAR.
               
El ministro de Hacienda, Roberto Junguito, era, hasta antes de su nombramiento, miembro de la junta directiva del Fondo Monetario Internacional (FMI). La ministra del exterior, Carolina Barco, nació en Boston (USA), de madre norteamericana e hija del ex-presidente Virgilio Barco. El actual embajador en Londres es hijo del ex-presidente Alfonso Lopez y hermano del editor y dueño de la revista de opinión "Semana", para mencionar sólo algunos y sin dejar de nombrar a la "mano derecha" del presidente, el senor Pedro Juan Moreno a quién el periodista D'artagnan llama el "Montesinos Colombiano" y de quién en una de sus recientes columnas en el diario el Tiempo dijo: "..Devoto acérrimo de Adolfo Hitler (cuentan las malas lenguas que en su finca no sólo tiene grabados sus discursos si no que, ya con unos tragos, los recita de memoria en alemán, al son de triunfales marchas militares); defensor a ultranza de las Convivir (algunas degeneradas luego en grupos paramilitares)."… "Información sobre Moreno es difícil de btener entre los funcionarios estadounidenses. Sin embargo, Productos Químicos GMP, de su propiedad, ha estado en la lista elaborada por funcionarios del Departamento de la lucha contra las drogas, entre los mayores importadores de Colombia de permanganato de potasio, precursor químico sometido a un severo régimen de control…."
               ALGUNAS MEDIDAS TOMADAS 
               
Entre otras, se hizo ya la primera convocatoria de las RESERVAS DE LAS FUERZAS ARMADAS para escalar la guerra, se anunció el reinicio y la fumigación de l2l.000 hectáreas sembradas con coca en el departamento del Putumayo, se anunció una reforma pensional que hace casí inalcanzable ese derecho y una reforma laboral que extiende la jornada de trabajo entre las 5 de la mañana y las 9 de la noche, durante las cuales ningún trabajador podrá devengar horas extras. Se pone fín al régimen de excepción del que gozaban algunos empleados públicos y se anuncia una significativa reducción de empleos en la rama estatal.
               PARAMILITARISMO 
               
Los líderes político y militar de los paramilitares, Carlos Castaño y Salvattore Mancuso respectivamente, lucen ahora confiados de tener representaciones en el gobierno y en el parlamento y están tratando de reiventar su movimiento con una llamada depuración al interior de sus filas y un "distanciamiento" con los narcotraficantes. La verdad es que los intereses de imagen del Nuevo Presidente, la carta blanca que ahora tienen las fuerzas militares con los decretos de Conmoción Interior, sumados a los enfrentamientos entre bandos paramilitares en la Costa Atlántica y al descontento de los ganaderos de los Llanos, que siempre los fomentaron y respaldaron pero que hoy en día se encuentran entre sus víctimas, han hecho que al paramilitarismo ahora se le asigne un nuevo rol en la estrategia de Guerra de Washington y Bogotá.
               ESCALADA ESTADOUNIDENSE
               
Tanto el Senado nortamericano como la Casa Blanca confirmaron con el levantamiento de las restricciones de la "ayuda" del Plan Colombia que éste no era más que una excusa para intervenir en el conflicto interno colombiano. Ahora la presencia militar de Estados Unidos es más evidente, como sucedío el día de la posesión del presidente, cuando un avión plataforma de ese país fué el encargado de vigilar el espacio aéreo de Bogotá. Simultáneamente, al aeropuerto de Tumaco en el sur del país están llegando sofisticados equipos a los cuales ni los militares colombianos se pueden aproximar y en las inmediaciones de los Llanos se construyen complejos de edificios subterráneos de acceso vedado hasta para los mismos contratistas, que sólo pueden llegar hasta determinadas áreas.
               LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
               
Una vez logrado que la Unión Europea                declarara como terroristas a los movimientos guerrilleros y paramilitares,                Úribe trata ahora de vincular a las Naciones Unidas en el                conflicto y mientras va y viene de Washington, prepara maletas para                Europa con el fín de recolectar 300 millones más para                la guerra.
               
Mientras tanto el vicepresidente Francisco                Santos y la embajadora en Canadá, Fanny Kertzman junto con                Adriana Foggia, de la embajada en Londres, tienen el encargo de                promover la parte de la estrategia internacional que denominan "EL                ADIOS A LA DIPLOMACIA POR LA PAZ", con la que buscan contrarestar                lo que ellos llaman las arbitrariedades y las injusticias de las                ONGs a quienes acusan de parcialidad, mientras tratan de venderle                al mundo la idea que Colombia tiene derecho a defenderse, así                sea contra la voluntad de la mayoría y los derechos humanos                de los más vulnerables.
               
Alguien